quinta-feira, 4 de dezembro de 2008

Estudiantes se quedó a mitad de camino

La Copa Sudamericana

El equipo platense se volvió entre lamentos: se impuso por 1-0 en el tiempo reglamentario, pero Inter consiguió el empate en el alargue y celebró el título gracias la victoria que había conseguido en La Plata por 1-0

Por Diego Morini
Enviado especial



PORTO ALEGRE.- Jugó como un campeón. Se movió como un campeón, con fuerza, con coraje y resistió lo más que pudo pese a los pronósticos más agoreros. Estudiantes estuvo cerca de la hazaña en Brasil, entre momentos favorables y otros de puro nervio. Al final, cuando el partido ante Inter se encaminaba directo a los penales, todo se le escurrió como arena entre los dedos. Tras el 1-0 en favor de los platenses en el tiempo reglamentario, el empate de Nilmar en el alargue sumió al equipo argentino en el lamento más profundo. Pero Estudiantes jugó a lo grande y, pese a que Inter se quedó con los laureles, el Pincha se guardó buena parte de los aplausos. Otra vez será.

La curiosidad alumbró en medio de la caldera brasileña. El triunfo que Inter consiguió en La Plata por 1 a 0 dejó a Estudiantes arrinconado y responder con otra victoria era el único escape posible hacia el trofeo. En un situación desfavorable, frente a una multitud en contra, ningún camino pareció aconsejable a la distancia: ¿arriesgar desde el primer minuto o esperar algún descuido? Todo un dilema, más que nada por la peligrosidad que el conjunto de Porto Alegre, que ya bien había mostrado los dientes en los mismos dominios de los platenses.

Los movimientos del principio encontraron al equipo dirigido por Astrada en un calco del primer partido, como en un embudo del que sólo pudo escaparse en la segunda parte. La insistencia de los brasileños lo obligó a replegarse poco a poco hasta que se vio contra Andújar. El transcurso de los minutos encontró a Estudiantes más cómodo con los contraataques. Y la tendencia se acentuó.

El regreso del fogoso Braña, que no jugó el primer partido porque cumplió una fecha de suspensión, supuso la dosis extra de temperamento que Estudiantes precisaba para la ocasión. Así se jugó durante un largo rato, con ansias, con fuerza, con coraje, con entrega. En síntesis, como lo exigía una final en la que la electricidad recorrió todo el cuerpo. Pero un punto fundamental fue que Braña nunca encontró los tiempos en la contención y el medio campo se vio desbordado. Encima, Bolívar y Macao complicaron con sus corridas por los costados. Estudiantes hizo lo que pudo.

Inter avanzó con precisión y firmeza. Sus jugadores casi nunca tuvieron posiciones fijas. Como en un movimiento de abanico, D´Alessandro, de derecha a izquierda, generó huecos que sus compañeros aprovecharon con sorpresa. El desequilibrio llegó con el riesgo constante de Nilmar, que combinó velocidad con justeza en una llamativa amalgama. Pocas veces los defensores de Estudiantes no supieron cómo contenerlo. Verón apareció con cuentagotas. No estaba bien físicamente, se lo vio incómodo. Benítez tampoco tuvo continuidad en el juego y el más activo fue la Gata Fernández, pero falló en el pase que podía haber dejado a Boselli de cara al gol. No abundaron las situaciones de riesgo, pese al mejor despliegue de Inter, cuyo grito quedó ahogado por la oportuna intervención de Andújar, que salvó un potente remate de Andrezinho.

Lo peor de Estudiantes quedó resumido en la escasa, casi nula, generación del juego, en esa mirada perdida de Verón. Acostumbrado a la tenencia de la pelota, se sintió inseguro, perdido, viendo como Inter ejercía un largo control.

Pero Estudiantes tiene ese no se sabe qué... Todo se modificó de manera radical. Lentamente, como si estuviese planeado estratégicamente, recuperó terreno y merodeó por el área brasileña, aunque sin demasiada profundidad. Fueron algunos embates que adormecieron a Inter, que cayó en la trampa de la sorpresa. Y cuando los locales se adormecieron, Estudiantes sacó las garras: un tiro libre de Benítez encontró bien ubicado a Alayes, que venció a Lauro con un remate de volea. El nerviosismo se trasladó para el campo brasileño sin aviso previo. Y Estudiantes insistió. Se dijo: no con claridad, con fuerza, con el corazón. Incluso, si hasta dio la impresión de que Danny derribó a Enzo Pérez en el área, aunque el uruguayo Larrionda no cobró nada.

Creció Desábato casi hasta el nivel de figura. Cellay fue un ladero. Verón y Benítez recompusieron su imagen y el ingreso de Enzo Pérez refrescó los conceptos. Estudiantes terminó de pie. Inter, tan mareado que caminó en zig-zag . Al final, Angeleri con un tiro fortísimo cortó la respiración de la multitud, pero salió apenas desviado. Después, el cansancio y los temores jugaron en ambas mentes y recortaron los riesgos. Ya no hubo tanta fluidez. Hasta que Nilmar, entre una decena piernas y la desesperación de Andújar, dejó todo en manos de Inter. La desesperación y la roja para Braña quedaron para la estadística. Estudiantes hizo todo. No le salió.

* Brasil tiene un campeón por primera vez
Nunca se había consagrado un equipo de Brasil en la Copa Sudamericana. los certámenes anteriores quedaron en poder de: San Lorenzo (2002), Cienciano (2003), Boca (2004 y 2005), Pachuca (2006) y Arsenal (2007).

LO NEGATIVO
A todo o nada: hubo muchas discusiones dentro del campo

Un mal clima envolvió a los jugadores, que varias veces quedaron cara a cara: Alayes discutió con Nilmar, Braña con Magrao, Desábato con D?Alessandro y la Gata Fernández con Magrao.

LO POSITIVO
Agustín Alayes: otra vez un gol en un momento justo

El defensor de Estudiantes (foto) marcó anoche el segundo tanto en la Copa Sudamericana. El primero fue en el 1-1 ante Argentinos, en la Paternal, por el primer partido de las semifinales.

LA QUEJA
En el final, mucho malestar con la tarea de Larrionda

Calderón critó la actuación del juez Larrionda: "Jugamos contra 14; Estudiantes nunca se queja, pero ya es momento de hacerlo". Elípticamente, Verón también se quejó: "Nos tocó luchar contra muchos factores externos".


Reportagem do jornal online La Nacion.

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